Cada periodo histórico de la humanidad viene precedido por su grandeza y riqueza cultural. Los legados que la historia de las diferentes épocas y civilizaciones ha ido dejando a su paso, permanecen en la actualidad aunque sea con retazos. Culturas como la egipcia o romana, se hacen notar en nuestro día a día de diferentes maneras. Esto solo quiere decir que la permanencia, queda impregnada en la esencia de lo que fuimos y lo que somos. Dejamos que cada parte de la historia forme parte de nuestro presente. Tendencias, modas o recreaciones exactas del pasado para evocar otros momentos.
No importa si se trata de decoración para una vivienda, para un parque temático o un restaurante. Uno de los periodos históricos que más nos gusta evocar a los españoles y, me atrevería decir que a los europeos en general, es el medievo. La Edad Media, nos ha dejado grandes regalos a nivel arquitectónico, histórico, artístico y decorativo. Tanto es así que es muy fácil entrar en restaurantes o bares con la estética medieval por bandera, o mejor dicho, como estandarte. No solo en cuestiones temáticas se haya presente la estética medieval, son muchos los amantes de este estilo decorativo que no dudan en colocar en sus estancias artículos que evocan esa época: espadas, figuras, yelmos… La madera y el acero, priman en la decoración que evoca el medievo.
Resulta sencillo encontrar este tipo de objetos en la actualidad. Puedes adentrarte en los barrios más antiguos de las ciudades españolas y encontrar tiendas que se dedican a fabricar y comercializar toda suerte de artículos medievales, ser con la finalidad que sea: decoración, vestimenta o recreación de espacios. Como ejemplo Armas Medievales pone a disposición del público, armas medievales y objetos decorativos de gran valor y precisión histórica. Estos objetos, son capaces de embellecer cualquier lugar en el que se coloquen. Porque la Edad Media, aparte de ser una lucha de poder constante, era lujo a espuertas en los castillos y ciudadelas.
Estilo, lujo y casquería en los castillos medievales
Si nos remontamos al momento histórico, aparte de encontrarnos con el lujo y la ostentosidad comedida, los castillos de la Edad Media, podían ser auténticas carnicerías entre batalla y batalla o preparación de banquetes. Si algo caracterizaba a las gentes del medievo, eso era la barbarie. Sin embargo, como vamos a comprobar en párrafos siguientes, este aire de bárbaro carnicero que imperaba entre los muros del castillo y se mostraba en el campo de batalla, no reñía con el lujo y el estilo que adornaba los grandes salones y estancias de tan magnas fortalezas.
Los castillos no eran solo edificaciones imponentes, se trataba de auténticas y genuinas obras maestras del diseño y la decoración. En aquellos tiempos, la nobleza pretendía impresionar a sus invitados con lujosas decoraciones que no eran más que un reflejo del estatus y el poder que presumían poseer. El interior de los castillos, frías construcciones en piedra, se vestían con tapices de gran belleza, muebles tallados con delicadeza y precisión, candelabros de oro y plata o pinturas que evocaban y contaban historias épicas. La combinación de estilo y lujo, proporcionaba un ambiente tan majestuoso que todavía causa sensación a quien lo contempla.
Resulta inevitable reconocer el hecho de que la época medieval fue uno de los periodos más fascinantes dentro de la historia del arte y la decoración. Destacaron por aquellos tiempos los diferentes estilos y técnicas que prevalecen en la actualidad, pues han dejado una impronta duradera con su legado. Esas decoraciones, reflejaba la influencia que ejercía la religión sobre la nobleza y la vida cotidiana del momento.
Uno de los aspectos más notables de las decoraciones medievales, era el uso y aplicación de colores vibrantes y los detalles que enriquecían las estancias. Esos detalles, con frecuencia representaban escenas religiosas o épicas en los castillos, iglesias y hogares en los que vivían los nobles. Pinturas, murales, tapices y vidrieras eran habituales y mostraban una manufactura artesanal de gran exquisitez, dotadas con un profundo y arraigado simbolismo.
Dentro de la arquitectura medieval, imponente y atrayente a partes iguales, las esculturas decorativas jugaban un papel importante en la decoración y estética de las fortificaciones. Adornaban las fachadas de las catedrales y castillos, con escenas que representaban la vida cotidiana o los campos de batalla. Tallas en piedra y madera gozaban de gran prestigio y popularidad, tanto como los artesanos que las realizaban, demostrando su pericia y habilidad con una técnica y estilo únicos.
En la decoración medieval, los patrones geométricos y florares eran la esencia que proporcionaba elegancia y sofisticación a esos grandes espacios de los que disfrutaban. Dichos elementos decorativos eran utilizados en textiles, tapices y cerámica, para recrear ambientes llenos de encanto y personalidad. Algo muy fácil de lograr en aquel momento.
Decoración de los castillos medievales
Indudablemente, de la Edad Media, lo que más fascina son los castillos. Esas imponentes fortalezas, construidas estratégicamente y en lugares poco accesibles que dominaban las ciudades. La decoración de la que hacían gala (aún permanece en muchos de ellos), denostaba el poder y la riqueza que poseían los señores feudales. Ese estilo propio de la época medieval, se caracterizaba por lo mismo que sus construcciones: imponente, ostentosos y sobrecargado de simbolismo. El interior de los castillos se encontraba rica y elocuentemente decorado con tapices, alfombras, muebles tallados e infinidad de detalles en metales preciosos como el oro y la plata.
Uno de los elementos más representativos dentro de la decoración medieval, eran los citados tapices que colgaban de las paredes y altos techos. Estos tapices no eran otra cosa que la recreación de las batallas y hazañas heroicas de los caballeros y reyes, o escenas propias de la vida cotidiana. Se trataba de unos tapices que se tejían a mano con hilos de colores vivos que representaban claramente, el lujo y sofisticación de la época. Las telas, los hilos y los materiales necesarios para tejer dichos tapices, se elaboraban y teñían, igualmente, de forma artesanal y única para cada ocasión.
Que decir de esos sorprendentes y maravillosos techos abovedados con sus vigas de madera, tan comunes en los grandes y no tan grandes, castillos medievales. Estas formas aportaban sensación de grandeza y solidez a la estructura. Mientras que los suelos, fríos suelos de piedra, se engalanaban con alfombras de procedencia persa o turca, para aportar un toque de calidez y confort a las estancias.
Aspecto clave de una buena decoración es la iluminación. En la Edad Media ya sabían de estas cuestiones y disponían antorchas y candelabros por estancias y pasillos, para crear esa atmósfera misteriosa y solemne que inquieta y atrae. Sobre los muebles, señalar que se tallaban en madera y a mano, realizando los artesanos, los detalles más intrincados y ornamentales que podían imaginar.
Nada como adentrarse en los castillos medievales que podemos encontrar en nuestra tierra y más allá de nuestras fronteras, para poder disfrutar de una decoración espectacular sin faltar a la historia. Viajar en el tiempo es posible adentrándose en las murallas de alguna de esas imponentes fortalezas que aun hoy, se conservan como fueron: con sus tapices, asientos de cuero, antorchas y candelabros, vidrieras, espadas, armaduras y todo aquello que en el medievo, estaba de moda.
Cada rincón de un castillo, ofrece una vista al pasado con sus detalles, la artesanía y el esplendor de la decoración, puede remontarte a épocas de damiselas en apuros y caballeros andantes. A las camas con dosel y las puertas secretas… Gracias a la decoración medieval de la que todavía podemos hacer gala, es posible recrear esos momentos y espacios.
Restaurantes temáticos, hoteles o casas rurales, se dejan impregnar en la actualidad por las vidrieras, la mampostería o los yelmos de acero. Espadas de gran tamaño, mandobles, ballestas y tapices, unidos a esas armaduras que pueden provocar pavor al contemplarlas. La Edad Media era imponente. Su decoración impactante y el legado que nos ha dejado, perdura de tal manera que todavía, podemos acudir a esos mercadillos medievales en los que todo lo que puedes encontrar evoca esos tiempos.
La tradición medieval, la cultura de sus gentes, las clases sociales, e incluso la cocina de entonces, se dejan atisbar en muchos lugares que, sin ser medievales, dejan que su esencia permanezca. Ciudades como Toledo, Granada o Tarragona, cuentan con fortalezas que se pueden visitar. Incluso en provincias como Madrid, es posible retornar a la Edad Media visitando los castillos medievales que se conservan.
Con independencia del legado o el patrimonio del que podamos disfrutar en la actualidad, decorar nuestras viviendas o locales con artesanía medieval y objetos de la época, no riñen en absoluto con las decoraciones más modernas. Es posible combinar un caballero medieval como una representación del Cid Campeador o el mismo Don Quijote de la Mancha (que roza ya el Renacimiento) con un mueble moderno y minimalista. Aunque lo mejor de la decoración medieval fueran sus muebles de madera maciza, los grandes sillones y tapices, sin olvidar las viviendas y castillos que se construían como si ellos mismos fueran la decoración de la ciudad en la que se encontraran. Un paseo por la ciudad de Brujas puede resultar un buen ejemplo de lo que digo.